Era la tercera vez que se cambiaba de ropa.
- Ya verás como al final llegaré tarde...
...se dijo a sí misma mientras comprobaba si con el vestido estampado conseguía disimular el descaro de unos pezones altivos que no se arredraban bajo la presión no excesiva del sujetador.
Frente al espejo vio que aparentemente lo había conseguido, pero entonces tendría que sustituir su braguita cómoda de algodón negro por un tanga para evitar las marcas. Se levantó el vestido hasta la cintura y bajó la prenda hasta las rodillas, desde donde se deslizó hasta los tobillos. Liberó el pie izquierdo y con un gesto gracioso del pie derecho la lanzó sobre la cama sin hacer.
Salió de casa apresuradamente. El portero dio los buenos días con su apatía habitual, sin levantar la vista del diario deportivo. Mientras, ella sonreía pensando que había sido muy buena idea cambiar de opinión y no ponerse el tanga.
Todo es más sencillo de lo que parece pero más complicado de lo que creemos
27/5/09
18/5/09
A ver si espabilamos un poquito
Parece mentira, pero a estas alturas de todo en general el sexo todavía es considerado algo sucio por mucha gente. Está a la orden del día, impregna todos los campos de nuestras vidas, está en boca de todos (je, je… Siempre me ha encantado esta expresión al hablar de sexo, una tontería como otra cualquiera), lo encontramos por todas partes… Y la mayoría no puede evitar la sonrisa bobalicona al toparse con el tema.
Por hablar no pasa nada, al contrario, es divertido, y sois más machotes y nosotras más “cool” cuanto más hablamos sobre ello. Pero sigue vigente el patrón puta/machote, y parece que hay quien está interesado en que así sea. El ejemplo que más a mano tenemos: la televisión. No voy a entrar a juzgar contenidos, ni audiencias, ni calidad (¿?), cada palo que aguante su vela, y cada un@ sabrá, cuando se sienta frente a la pantalla, cómo quiere estimular o anestesiar su neurona.
En este caso me quiero referir a esos programas que nadie ve y que son los que encumbran a los seres que son el modelo de éxito de nuestro tiempo. La verdad es que me importa un rábano grande como un castillo con quién se acuesta o deja de acostar cada un@, si quiere contarlo o no, si quiere cobrar o no por ello. Lo que parece ignominioso es que una serie de seres se dediquen a crear opinión sobre ello. Porque, lamentablemente, la crean, perpetuando el patrón al que antes me refería.
¡Y qué decir del trato que se da a la homosexualidad! El hecho de que todavía despierte curiosidad la tendencia de cada un@ dice bastante poco en nuestro favor. Esto para otro día, que me voy del tema.
En definitiva, el mensaje es: chica, el sexo es lo más, pero te vamos a crucificar; chico, cuantas más caigan, mejor ¡machote! Ole, ole.
No sé, la verdad es que no sé si me da risa o me da pena. Pero creo que tanta distorsión no puede ser buena para nada. Todavía prevalece también el “sólo quiere aprovecharse de ti”, “no seas tonta, que luego pierde el interés”… y toda la retahíla de frases que antaño reflejaban que el sexo era la moneda de cambio con la que las mujeres comprábamos el matrimonio.
Parece mentira, a estas alturas de todo en general…
Por hablar no pasa nada, al contrario, es divertido, y sois más machotes y nosotras más “cool” cuanto más hablamos sobre ello. Pero sigue vigente el patrón puta/machote, y parece que hay quien está interesado en que así sea. El ejemplo que más a mano tenemos: la televisión. No voy a entrar a juzgar contenidos, ni audiencias, ni calidad (¿?), cada palo que aguante su vela, y cada un@ sabrá, cuando se sienta frente a la pantalla, cómo quiere estimular o anestesiar su neurona.
En este caso me quiero referir a esos programas que nadie ve y que son los que encumbran a los seres que son el modelo de éxito de nuestro tiempo. La verdad es que me importa un rábano grande como un castillo con quién se acuesta o deja de acostar cada un@, si quiere contarlo o no, si quiere cobrar o no por ello. Lo que parece ignominioso es que una serie de seres se dediquen a crear opinión sobre ello. Porque, lamentablemente, la crean, perpetuando el patrón al que antes me refería.
¡Y qué decir del trato que se da a la homosexualidad! El hecho de que todavía despierte curiosidad la tendencia de cada un@ dice bastante poco en nuestro favor. Esto para otro día, que me voy del tema.
En definitiva, el mensaje es: chica, el sexo es lo más, pero te vamos a crucificar; chico, cuantas más caigan, mejor ¡machote! Ole, ole.
No sé, la verdad es que no sé si me da risa o me da pena. Pero creo que tanta distorsión no puede ser buena para nada. Todavía prevalece también el “sólo quiere aprovecharse de ti”, “no seas tonta, que luego pierde el interés”… y toda la retahíla de frases que antaño reflejaban que el sexo era la moneda de cambio con la que las mujeres comprábamos el matrimonio.
Parece mentira, a estas alturas de todo en general…
11/5/09
La insoportable torpeza del ser (macho) 3
El apéndice mágico grande, ese gran desconocido. Vamos a intentar acabar con el mito, porque creo que es algo dañino (el mito). Dañino sobre todo para vosotros, hombres, porque ha calada hondo a lo largo del tiempo lo del burro grande ande o no ande. Y en este caso puede que el burro ande, pero su dueño no tanto. Machos de grandes atributos: colaborad un poco, que confiáis tanto en vuestro gran amigo calvo que le dejáis todo el trabajo.
Teniendo en cuenta que la valoración del tamaño es algo subjetivo, hay que hacer un par de apreciaciones.
Volvemos al cine porno. Es espectáculo, por eso nos muestra mujeres espectaculares y penes descomunales. Aunque a más de un@ nos gustaría, no es la vida real.
La otra apreciación. Personalmente estoy un poco cansada de oír que la imaginación suple cualquier carencia (y que conste que en este caso no me gusta emplear la palabra carencia). No tod@s hemos sido tocad@s por la magia de la creatividad, y no damos para tanto. Creo que lo importante es descubrir el placer que es disfrutar del goce ajeno.
Aventuraos a descubrir cuánto placer podéis proporcionar. Y un día que tengáis un rato, con tranquilidad, olvidaos del orgasmo y dedicaos a explorar, saborear... En definitiva, dedicaos a recrear vuestros sentidos viendo a vuestr@s cómplices volverse loc@s de gusto.
Nosotras también nos tenemos que poner las pilas con este tema, pero eso será otro día.
Teniendo en cuenta que la valoración del tamaño es algo subjetivo, hay que hacer un par de apreciaciones.
Volvemos al cine porno. Es espectáculo, por eso nos muestra mujeres espectaculares y penes descomunales. Aunque a más de un@ nos gustaría, no es la vida real.
La otra apreciación. Personalmente estoy un poco cansada de oír que la imaginación suple cualquier carencia (y que conste que en este caso no me gusta emplear la palabra carencia). No tod@s hemos sido tocad@s por la magia de la creatividad, y no damos para tanto. Creo que lo importante es descubrir el placer que es disfrutar del goce ajeno.
Aventuraos a descubrir cuánto placer podéis proporcionar. Y un día que tengáis un rato, con tranquilidad, olvidaos del orgasmo y dedicaos a explorar, saborear... En definitiva, dedicaos a recrear vuestros sentidos viendo a vuestr@s cómplices volverse loc@s de gusto.
Nosotras también nos tenemos que poner las pilas con este tema, pero eso será otro día.
7/5/09
La insoportable torpeza del ser (macho) 2
Después de un paréntesis reflexivo vuelvo a la carga. De vez en cuando vale la pena frenar un poco para reflexionar sobre algunas cosas. O simplemente para mirar lo que pasa a nuestro alrededor, que no es poco.
Como decía en la primera parte, todo esto ha surgido de muchas conversaciones y no menos risas, que me han llevado a concluir que no hablamos lo suficiente. ¿Paradoja? Pues sí. Nos perdemos en veleidades y aunque a veces parezca que nuestra conversación es la más profunda que tiene lugar en el mundo en ese momento. Nos encontramos analizando conductas ajenas (lo que en cristiano viene a ser cotillear), utilizando palabras grandilocuentes pero sin mojarnos en exceso, no sea que nos acatarremos.
Pero vamos al grano.
Veteranos: ¿cómo puede ser que, con tanta información como tenéis, todavía no seáis capaces de utilizarla en condiciones y penséis que la llave del placer es vuestro rendimiento aeróbico? (Escribo esto partiendo de la base de que uno de los objetivos de la relación sexual es darse placer el uno a a la otra y viceversa. Los que tenéis como chiste de cabecera aquél de para un hombre no es importante saber en qué momento llega una mujer al orgasmo podéis dejar de leer. Seguro que sacáis más provecho en otro sitio).
Chicas: ¿cómo puede ser que, con tanta información como tenemos, todavía seáis tantas las que pensáis que la llave del placer es el tamaño de la llave del placer? Y lo que es peor: ¿por qué vosotros os lo creéis?
Preparaos para descubrir el gran secreto: no es necesario ser un gran atleta ni tener los atributos de Nacho Vidal. Corrijo: ni tener el miembro de Nacho Vidal. Atributos es un concepto muy amplio e interesante. Pero no nos vamos a desviar, ya hablaremos de Nacho el Grande otro día.
No voy a negar que una buena forma física es un tanto a favor en el sexo, pero es que lo es en la vida. Es una cuestión de salud. Me refiero a la típica y aburrida cuestión del “¿cuánto aguantas?”. Resulta que estamos reduciendo el acto a la fricción del mete-saca. Mal. Tampoco voy a negar que nos resulta muy placentero (muy, muy placentero) sentirnos físicamente repletas. O sea: creo que ninguna de nosotras le va a hacer ascos a un buen pimentero (¿no crees, Samantha? Referencia explícita a no recuerdo qué capítulo de la primera temporada de Sexo en Nueva York). Pero también creo que se le da demasiada importancia a que el apéndice mágico sea objetivamente grande.
Otro día seguimos.
Como decía en la primera parte, todo esto ha surgido de muchas conversaciones y no menos risas, que me han llevado a concluir que no hablamos lo suficiente. ¿Paradoja? Pues sí. Nos perdemos en veleidades y aunque a veces parezca que nuestra conversación es la más profunda que tiene lugar en el mundo en ese momento. Nos encontramos analizando conductas ajenas (lo que en cristiano viene a ser cotillear), utilizando palabras grandilocuentes pero sin mojarnos en exceso, no sea que nos acatarremos.
Pero vamos al grano.
Veteranos: ¿cómo puede ser que, con tanta información como tenéis, todavía no seáis capaces de utilizarla en condiciones y penséis que la llave del placer es vuestro rendimiento aeróbico? (Escribo esto partiendo de la base de que uno de los objetivos de la relación sexual es darse placer el uno a a la otra y viceversa. Los que tenéis como chiste de cabecera aquél de para un hombre no es importante saber en qué momento llega una mujer al orgasmo podéis dejar de leer. Seguro que sacáis más provecho en otro sitio).
Chicas: ¿cómo puede ser que, con tanta información como tenemos, todavía seáis tantas las que pensáis que la llave del placer es el tamaño de la llave del placer? Y lo que es peor: ¿por qué vosotros os lo creéis?
Preparaos para descubrir el gran secreto: no es necesario ser un gran atleta ni tener los atributos de Nacho Vidal. Corrijo: ni tener el miembro de Nacho Vidal. Atributos es un concepto muy amplio e interesante. Pero no nos vamos a desviar, ya hablaremos de Nacho el Grande otro día.
No voy a negar que una buena forma física es un tanto a favor en el sexo, pero es que lo es en la vida. Es una cuestión de salud. Me refiero a la típica y aburrida cuestión del “¿cuánto aguantas?”. Resulta que estamos reduciendo el acto a la fricción del mete-saca. Mal. Tampoco voy a negar que nos resulta muy placentero (muy, muy placentero) sentirnos físicamente repletas. O sea: creo que ninguna de nosotras le va a hacer ascos a un buen pimentero (¿no crees, Samantha? Referencia explícita a no recuerdo qué capítulo de la primera temporada de Sexo en Nueva York). Pero también creo que se le da demasiada importancia a que el apéndice mágico sea objetivamente grande.
Otro día seguimos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)