El sexo opuesto es percibido como el enemigo natural, nuestros mecanismos de defensa ancestrales se activan antes con alguien del sexo contrario que con alguien de nuestro mismo sexo. Un prejuicio como otro cualquiera. O no.
Nosotras seguimos luchando por nuestro espacio, mientras ellos siguen intentando adaptarse. Seguimos luchando contra la historia, la herencia cultural, el sentido de la responsabilidad mal entendido y el sentimiento de culpa inculcado... Y nuestro peor enemigo somos nosotras mismas.
Es importante tener definida la lista de lastres, identificar claramente qué es lo que nos ancla al aletargamiento de la virtud exigida.
Tras siglos de ser el muro de carga de una sociedad androcéntrica, empezamos a dejar de sentirnos culpables por dejar a nuestr@s hij@s en manos de cuidadores y cuidadoras profesionales (absolutamente capacitad@s para ello), por permitir que alguien ajeno al núcleo familiar limpie nuestra casa, por hacer tranquilamente la sobremesa, etc. Y digo empezamos porque todavía hay un gran número de mujeres que se sienten con la obligación de ser ese muro de carga.
Y es que el lavado de cerebro nos lo hicieron muy bien. Creemos que si no nos encargamos nosotras de esas cosas nadie va a ser capaz de hacerlo.
Se acabó. Dejemos de ser el reposo del guerrero para convertirnos en guerreras y buscar nuestro merecido reposo tras la batalla. Poco a poco cada una de nosotras va encontrando su individualidad, su ser absoluto y no en relación a otr@s. Y será estupendo el día en que todas entendamos que éso no significa ser egoísta, ni abandonar a nadie, ni nada de todo éso que nos tira de la camisa cada vez que intentamos avanzar un paso.
Dedicado especialmente a todas nuestras madres, abuelas, tías... Y a todas esas mujeres que lo han dado todo por nosotr@s. Gracias.
¿ya no revindicas? tomate cuarto y mitad de Jose Alfredo, el resto elegilo.
ResponderEliminarQuizas Mikael vuelva algún día.
Y en el ultimo trago nos vamos
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